miércoles, 26 de mayo de 2010

Santander,Basta Ya

2010/05/26 06:00:00 GMT+2
Los defensores de Basta Ya –que parece que están en trance de convertirse en partido político, de lo cual me congratulo– suelen lamentar lo difícil que les resulta defender sus ideas en tierra vasca, por la presión ambiental que padecen. Se sienten acosados.
Hace poco oí a una de sus promotoras quejarse del poquísimo público que acude a sus mítines, cosa que ella atribuía al miedo. Es difícil determinar las razones por las que sus actos públicos no tienen más éxito, pero estoy dispuesto a admitir que puede haber gente que se abstenga de acudir a ellos por miedo. Por miedo a significarse, incluso.
Lo que no puedo aceptarles es que ésa sea «una tiranía sin parangón posible en la Europa democrática», como suelen decir.
Tiene muchos parangones, aunque no sean abertzales.
A pocos kilómetros de Euskadi, en Santander, existe una realidad perfectamente equiparable, aunque de signo inverso. Manifestarse como radical de izquierda en esa ciudad –y, en desigual medida, en toda Cantabria– puede convertirse en una heroicidad.
He escrito «radical» a propósito. Como tantas veces suelo recordar, radical es palabra que apela a la raíz. Un radical no tiene por qué ser un fanático extremista. Puede ser una persona muy templada, muy educada y muy cortés. Un radical es, sencillamente, alguien al que no asusta ir al fondo de los asuntos e indagar en ellos.
Indagar en el fondo de los asuntos de Santander es peligroso, y se ha demostrado ya en no pocas ocasiones. Lo hemos podido confirmar hace bien poco, asistiendo a la labor de laminación del semanario La Realidad, intento de publicación de izquierda radical (es decir, no vendida) que la mafia local ha conseguido estrangular echándole al cuello todas las sogas imaginables, empezando por las judiciales.
He tenido ocasión de comprobar a qué extremos ha llegado esa persecución. No sé si los de Basta Ya habrán sufrido un maltrato parejo. Quizá ellos también hayan tenido que aguantar que haya gente que se cambia de acera para que no la vean saludándoles o hablando con ellos, pero ellos al menos han podido encontrar consuelo en otras partes. En Madrid nunca les han faltado altavoces. Van a Córdoba y hasta los homenajea la alcaldesa comunista (con perdón). Los de La Realidad se lo han tenido que comer todo a palo seco. Sin periódicos de postín que les pagaran los artículos como Dios manda. Sin empresarios que les organizaran simposios con los que atender todos los plazos de todas las hipotecas. Sin radios que los convirtieran en contertulios afamados.
Hay apestados de lujo y hay apestados de tercera. A uno de los principales promotores de La Realidad, Patxi Ibarrondo, han llegado a embargarle su pensión de invalidez (¡tal cual!) para cubrir las costas de un proceso en el que fue condenado no por mentir, sino porque una juez, que es de tiro fijo, entendió que cierto escrito amparado por él podía menoscabar el honor de un pluriempleado del PP y de Caja Cantabria, cuyas ejecutivas comparte. Comparado lo que La Realidad dijo de ese individuo con lo que algunos medios de Madrid dicen a diario de éste, del otro y del de más allá, es de risa, pero en Santander las cosas funcionan con otras reglas, que en Sicilia no extrañarían a nadie, pero que a mí me siguen pareciendo un auténtico escándalo.
Ya sé que las cosas funcionan así, y más en la novia del mar, que diría el otro, pero no me resigno. ¿Por qué ahí los grandes medios no amparan la fundación de un Basta Ya?
Tengo respuesta para esa pregunta, pero la dejo para otro día.

Javier Ortiz. Santander, Basta Ya. Apuntes del natural. 26 de mayo de 2007.

martes, 25 de mayo de 2010

Pruebas de “Conocimientos y Destrezas Indispensables” de la Comunidad de Madrid

Dieciocho alumnos del Instituto Juan de Herrera de Madrid dijeron NO en el Día de la República
Salvador López Arnal
Rebelión
El pasado 14 de abril, el día de la II República española, un grupo de jóvenes estudiantes madrileños decidieron recordar lo que a veces olvidamos: que Madrid fue la ciudad heroica de la resistencia republicana y fue también espacio y lugar de encuentro de la cultura y la lucha antifascistas.
La Comunidad de Madrid (CM) celebró ese día las pruebas de Conocimientos y Destrezas Indispensables (CDI). Alumnos del Instituto de enseñanza secundaria “Juan de Herrera”, dieciocho de ellos han hecho públicas las razones de actitud [1], jóvenes que suelen tener resultados académicos brillantes, se negaron a participar en esas pruebas CDI.
No les fue fácil tomar la decisión. Su no presentación les impedirá acceder a las menciones honoríficas de 4º de ESO y los resultados de su Instituto quedarán afectados a la baja: los no participantes suelen sacar buenas notas en los exámenes.
Las razones esgrimidas por este colectivo de estudiantes de la tan denostada enseñanza secundaria obligatoria para negarse a participar en las pruebas de la CM son tan atendibles como las siguientes:
En primer lugar, señalan en su carta, no hay igualdad de condiciones para comparar resultados de distintos centros. La prueba, en su opinión, es usada por las autoridades académicas del gobierno de la CM para desprestigiar la enseñanza pública.
No es improbable que sea así. Es la senda apuntada y tenazmente cultivada desde hace años por la presidenta Aguirre y Gil de Biedma.
Los estudiantes apuntan en su nota que no entienden por qué se realiza la prueba si a los institutos con peores resultados de otros años no se les aportan más medios ni tampoco se investigan las causas que pueden explicar la situación. De hecho, preguntan en voz alta y con la razón crítica en el puesto de mira de sus mentes: un centro que obtiene mejores resultados, ¿es necesariamente mejor que otro sin entrar en otras consideraciones? Desde luego que no creen razonablemente.
Es obvio, destacan, que los centros que seleccionan injustamente y por motivos clasistas a su alumnado seguramente obtengan mejores resultados que aquellos otros que no usan esas prácticas como es el caso de los centros públicos. Tratamiento igual de lo que no es igual, una característica que Marx no atribuyó a la justicia .
Para estos jóvenes estudiantes, los institutos de pueblos y barrios con mejores medios económicos alcanzarán, por término medio, mejores puntuaciones que aquellos centros que estén en zonas menos favorecidas económica y socialmente. Por ello, concluyen, es injusto que una prueba de este tipo sirva para clasificar los centros de la CM en función de los resultados.
Así de bien han razonado estos jóvenes alumnos. Por si faltara poco, no se han quedado ahí, en el mero decir. Después de la palabra vino lo más difícil, la acción consistente. No formaron parte, a pesar del perjuicio que les podría representar, de una prueba que consideran injusta y con finalidades políticas claras: ataque a lo público y embellecimiento falsario de lo privado y de sus privilegios anexos.
¡Qué magnífica lección! ¡Es casi como una lección praxeológica inaugural para los nuevos tiempos! ¿Cómo es posible que alumnos de 15 o 16 años razonen con tanto destreza y pulcritud y obren con tanto coraje y consistencia, conscientes sin duda de los perjuicios que pueden sufrir por su decir y obrar, y, en cambio, adultos con licenciaturas, masters, doctorados y títulos honoríficos similares seamos incapaces de abonar una senda tan razonable y justa? La respuesta parece fácil: desde hace tres décadas vientos huracanados neoliberales han extraviado mentes y dormido corazones rebeldes. Menos mal que unos supuestos adolescentes nos dan a todos una verdadera lección política y gnoseológica y nos señalan sin aspavientos caminos para intentar estar en el mundo con dignidad. Los tiempos, gracias a ellos, pueden estar cambiando.
PS: Por lo demás, ¡qué magníficos maestros, profesores y profesoras, y tutores han tenido estos alumnos tan aplicados y conscientes!
Nota:
[1] Público, 24 de mayo de 2010, p. 10. Cartas al director.

lunes, 24 de mayo de 2010

Un mensaje claro a los trabajadores del sector privado

Funcionarios en la picota
Jose Arturo Val del Olmo
Rebelión
La decisión del gobierno de reducir por decreto los salarios de los empleados públicos es, como dice el Banco de España: “un mensaje claro a los trabajadores del sector privado” . Durante tres décadas se ha desprestigiado lo público como sinónimo de ineficiencia, despilfarro y corrupción. Desde la derecha y desde la izquierda se ha defendido lo privado como alternativa; privatizando sectores estratégicos y de interés social o subcontratando servicios públicos.
La crisis desvela ahora la estafa. Justamente el corazón del capitalismo, el sector financiero, resulta ser el mas ineficiente y corrompido. Y el drama es que, a pesar de obtener beneficios multimillonarios, han conseguido dinero que es de todos como premio a su incompetencia, y exigen ahora intereses de usura a los mismos Estados a los que esquilmaron.
Detrás del término funcionario hay más de tres millones de personas que sostienen la sanidad, la educación, la justicia o los servicios sociales. Uno de cada tres son temporales o interinos y dos de cada tres tienen un salario neto de mil doscientos euros.
Habrá quien piense que tener un empleo estable es un privilegio y no un derecho, pero, en el caso de los trabajadores públicos es una conquista histórica, condición de imparcialidad ante el poder político. Los empleados públicos han sufrido tres congelaciones salariales, muchas ausencias no se cubren, el trabajo está mal repartido, el Estatuto del Empleado Público se aprobó tarde y no se desarrolla, hay discriminación legal con otros colectivos, en desempleo o jubilación, y diferencias abismales según el lugar donde se trabaja. Si queremos unos servicios públicos de calidad hacen falta empleados públicos con condiciones de trabajo dignas.
Pero, además, se equivoca el que piensa que somos los empleados públicos los responsables de los trámites interminables, esperas y paseos de ventanilla en ventanilla. La calidad del servicio depende en buena parte de los presupuestos, y de la profesionalidad de los puestos de alta dirección, porque normalmente detrás de un servicio ineficiente hay un responsable incompetente. Decía Paul Masson , periodista francés, que los funcionarios son como los libros de una biblioteca: los situados en los lugares más altos son los más inútiles y, a día de hoy, en todas las administraciones proliferan los altos cargos, asesores externos y puestos de libre designación. El resultado; exceso de burocracia, duplicidad de funciones y redes clientelares que han creado puestos de trabajo fraudulentos .
Y sin embargo, hay una precaria dotación de personal, en justicia, sanidad, educación, protección social o dependencia. En el Estado Español un 9,5% trabaja en el sector público frente al 16% de media en Europa(15), y nadie duda de que hacen falta más inspectores en Hacienda, Trabajo o Salud Laboral, para frenar el sistemático incumplimiento de las leyes en las empresas, el escándalo de que haya mas de tres millones de empresarios y profesiones liberales que declaran ser mileuristas, o la desmedida circulación de billetes de 500 euros.
El decretazo del gobierno, recortando salarios, pensiones, inversión pública y derechos sociales, deprimirá más el consumo y la producción, y si no damos una respuesta contundente será la antesala de nuevas medidas que ya se anuncian, como aumento de impuestos, abaratamiento del despido, retraso de la edad de jubilación, o reducción del gasto público en servicios esenciales como sanidad y educación.
Como dice el Evangelio “No se puede servir a Dios y al dinero” y el Gobierno Zapatero ha decidido sacrificar a su propia base social en el altar del capital, bien representado por las derechas gobernantes en Europa. Abre así el camino a un partido popular cuya demagogia sólo esconde su intención de llegar al gobierno para aplicar medidas de ajuste aun más salvajes.
Las alternativas existen, pero hay que tomar medidas contra los que mas tienen y acabar con la corrupción. Hay que nacionalizar la gran banca bajo control de los trabajadores, recortar el gasto militar, reducir las subvenciones a la Iglesia y Casa Real, erradicar el fraude fiscal, criminalizar la especulación financiera, obligar a las empresas a reinvertir sus beneficios, o gravar los grandes patrimonios y fortunas.
Una huelga general convocada en los servicios públicos sólo tiene sentido si se continúa con una huelga general de todos los trabajadores, y se coordinan las respuestas en toda Europa, donde estados como Irlanda, Rumania, Grecia, Portugal, Italia o Francia están aplicando las mismas medidas. Hay que pasar a la ofensiva, por dignidad y por necesidad, porque ni es aceptable que haya cinco millones de parados ni lo son las presiones indecentes de los mismos que han conducido a la actual crisis.

domingo, 23 de mayo de 2010

Las suicidas de Afganistán

Malalai Joya eligió otro camino: pelear por su verdad
27 de agosto de 2009
Por Juan Gelman

Hay de dos clases: las terroristas que no encuentran otro modo de luchar contra el invasor y las que se suicidan prendiéndose fuego. Las primeras son pocas, las últimas, muchas, y no encuentran otro modo de evadirse del sometimiento y la humillación imperantes que continúan bajo el gobierno “democrático” de Hamid Karzai, sostenido por EE.UU. y la OTAN. Según la Asociación de Cooperación para Afganistán (ACAF) –una ONG creada en 2002 para dar a conocer en Cataluña la situación de la mujer afgana luego del derrocamiento del régimen talibán–, en el 2005, y sólo en la región de Herat, unas 500 mujeres se autoinmolaron rociándose líquidos inflamables y prendiéndose fuego en público como forma de protesta. Se estima que en el 2006 la cifra superó las 600: la edad del 70 por ciento de ellas oscilaba entre los 12 y los 25 años (www.bottup.com, 27/5/09). Nadie se desesperaría si no esperara, decía Giacomo Leopardi. Si no esperara en vano. Malalai Joya eligió otro camino: pelear por su verdad. Nace cuatro días después de la invasión soviética a Afganistán, su padre se incorpora a la lucha contra el invasor y su madre, a cargo de diez hijos, los lleva a campos de refugiados en Irán y Pakistán. A fines de los ’90 regresa a Afganistán, organiza una escuela clandestina para niñas bajo las narices de los talibán –algo sumamente peligroso– y milita en grupos pro derechos de la mujer, igualmente clandestinos. Joya relata estos y otros aspectos de su vida en Raising My Voice (Ramdom House, julio de 2009). Su mensaje es claro: “Hoy el pueblo afgano vive trágicamente en sandwich entre dos enemigos: los talibán, por un lado, y las fuerzas EE.UU./OTAN y sus señores de la guerra amigos por el otro”. El derrocamiento de los talibán en el 2001 no interrumpieron la labor educativa de esta joven valiente ni su actividad en defensa de la mujer. En el 2005 se convierte en el miembro más joven del Parlamento afgano. Sus discursos son de fuego: denuncia que el 60 por ciento de los diputados son señores de la guerra, traficantes de droga, incluso talibanes que la gente votó bajo amenaza o por compra del sufragio, y que deben ser sometidos a la Justicia internacional por sus crímenes. Es abucheada, insultada, amenazada y sufre cuatro intentos de asesinato que estuvieron muy cerca de cumplir el objetivo. En el 2007 le suspenden la banca: había proclamado que el Parlamento afgano “democrático” era peor que un establo, “porque al menos en un establo tenemos animales como la vaca, que es útil porque nos da leche, y un burro, que puede transportar carga”. Incluso hoy Joya no puede dormir dos noches seguidas en la misma casa. “No estoy segura de cuántos días de vida me quedan”, dijo a The Independent. Las opiniones de Joya son tajantes: “En Afganistán no hay democracia, es una farsa. Mientras en el Parlamento haya representantes de la Alianza del Norte (mujaidines), aliados de EE.UU. en la guerra contra el terrorismo, pero completamente antidemócratas, en Afganistán no habrá derechos para las mujeres. Son violentos y elementales, peores que los talibán, igual de extremistas, completamente misóginos, y les da miedo el secularismo porque con él no podrían cometer crímenes contra nosotras en nombre del Islam” (www.elpais.com, 1/7/07). La más reciente farsa democrática en Afganistán fueron los comicios del jueves pasado. Hay 235 denuncias de fraude y algunas podrían –dicen– cambiar el resultado de la votación. De todos modos, voceros oficiales anuncian ya un triunfo aplastante de Karzai, aunque las encuestas previas a las elecciones no lo daban por ganador sin segunda vuelta. Una raya más qué le hace al tigre. Se piensa en Occidente que en Afganistán sólo hay dos posibilidades: o gobiernan los talibán o gobierna el sistema tipo Karzai, infestado de señores de la guerra, narcotraficantes y fundamentalistas que colaboran con Washington y que recibieron millones de dólares para llegar al lugar que hoy ocupan. El Wall Street Journal ha identificado como tales a Ismail Khan, actual ministro de Energía; a Gul Agha Shirzai, gobernador de la provincia de Nangharhar; a Atta Mohammed Noor, gobernador de la provincia de Balkh (online.wsj.com, 20/3/09). Malalai Joya propone, en cambio, que el país debe practicar una política progresiva e independiente. Demanda, sobre todo, ayuda humanitaria real: EE.UU. gasta en la guerra 100 millones de dólares cada día y sólo destina unos 7 millones diarios a la reconstrucción del país, de los que la mayor parte se pierde en los trasiegos de la corrupción y nunca llega a los damnificados. Los talibán, entre tanto, controlan bastante territorio. El almirante Michael Mullen, presidente del Estado Mayor Conjunto estadounidense, reconoce que “la insurgencia mejora y es más sofisticada” y se muestra preocupado por el debilitamiento del apoyo de la opinión pública norteamericana: una encuesta de Washington Post y ABCNews muestra que la mitad de los consultados considera que no vale la pena continuarla (AP, 26/8/09). Pero la Casa Blanca ha enviado y enviará más tropas a esta “guerra necesaria”. Algunos analistas se preguntan si Afganistán se convertirá en el Vietnam de Obama.